viernes, 16 de agosto de 2013

Un acuario de andar por casa

¿Un acuario sin filtros, ni sustancias químicas, ni peces de colorines? Challenge accepted.

    El mes pasado, en una de las visitas que hicimos al Júcar, se me ocurrió montar un acuario con algas, unos esquejillos de Ceratophyllum demersum e invertebrados acuáticos de la orilla del río, donde la velocidad del agua es menor. Sin filtro ni bomba de aire ni termostato; así, hala, a pelo.
    Después de haber intentado el año pasado montar un acuario de características similares, con algunos ejemplares de la gamba Atyaephyra desmaresti y un enorme macho de ditisco (Dytiscus marginalis), planorbis y mucho "verdín" que acabó desapareciendo, este año nos proponíamos algo más serio. Los ditiscos quedan bien en los acuarios, y no digamos las gambillas, que aparecen a toneladas en algunas zonas del río, y de hecho ya tengo ganas de poner alguno; pero pensamos hacerlo correctamente e introducir poco a poco los colonizadores del acuario.
A la izquierda, ditisco o escarabajo buceador (Dytiscus marginalis).
A la derecha, un bonito ejemplar de Atyaephyra desmaresti en la mano de mi amigo Julio.
    El acuario es un tanque de 60L en el que introdujimos, a mediados de Julio, agua de río gravilla limpia, algas filamentosas y Ceratophyllum demersum, que me regalaron hace unos meses. Esta es la primera fase de creación del ecosistema. Acto seguido, metimos los primeros caracolillos de río (Melanopsis tricarinata), un endemismo ibérico común en las provincias que lindan con el Mar Mediterráneo, peo con poblaciones dispersas en el interior, como es el caso de Albacete, En las orillas tranquilas aparecen a cientos. Son fáciles de identificar por su tamaño (~47 mm) y por una serie de caracteres diagnósticos que presento a continuación:
Tentáculos oculares filiformes, trompa prominente y concha alargada
y crestada. Incorrecto, no es un elefante acuático sino un Melanopsis tricarinata.
    El Ceratophyllum que me dieron debía de contener huevos o larvas de un pequeño caracol de agua dulce, un planórbido que no he conseguido identificar todavía, y que se han adaptado a su nuevo hábitat la mar de bien, al igual que los Melanopsis. Además, de vez en cuando, he dejado caer, como si de un verdadero remanso se tratase, alguna hoja de fresno o de chopo cuyos limbos han sido raspdos en cuestión de días por los pequeños moluscos y los microorganismos, comenzando así la segunda fase: los consumidores primarios empiezan a actuar como tales y el acuario se estabiliza; comienzan a aparecer numerosos invertebrados de muy pequeño tamaño, como las Daphnias.
    Las Daphnias, o pulgas de agua, como se las conoce popularmente, son crustáceos inferiores (clase Branchiopoda, superorden Cladocera) con 5 taxones localizables en la cuenca del Júcar en Albacete (según el libro Atlas fotográfico de los invertebrados acuáticos de la cuenca del Río Júcar en la provincia de Albacete, del Instituto de Estudios Albacetenses, indispensable para el naturalista que desee la pequeña fauna dulceacuícola local de la provincia). Aparecieron en cantidades industriales en el acuario a las pocas semanas de instalarlo y es muy interesante verlas desplazarse, moviéndose mediante impulsos gracias a sus "bracitos" (por eso las llaman "pulgas de agua", porque parecen saltar dentro del agua como pulgas), a pesar de lo difícil de su contemplación, pues no cuento con buenos aparatos ópticos para observar cosas tan pequeñas, y medirán menos de 2 mm de longitud. Se alimentan de pequeñas algas y partículas en suspensión. En reposo, suelen quedarse en las paredes del acuario, haciendo posible el encontrarlas fácilmente. Las pulgas de agua se reproducen de manera partenogenética, es decir, las hembras ponen huevos fértiles sin necesidad de la actuación del macho, naciendo de estos huevos hembras genéticamente idénticas a sus madres. En la última generación, sin embargo, aparecen machos para poder crear huevos resistentes a condiciones ambientales desfavorables. Por eso han nacido tantísimas Daphnias en mi acuario.
Copépodo en el acuario del año pasado.
No os confundáis con este otro Copépodo.
Esta segunda vez que he montado el acuario sin filtros, a pesar de poder observar tantas pulgas de agua, no he visto ningún copépodo (otros crustáceos inferiores muy chiquiticos, que parecen gambicas, pero más pequeños aún).
    Observar la microfauna dulceacuícola que rodea nuestras vidas, por muy pequeño que sea el charco o riachuelo que habiten, siempre depara sorpresas que alegran al naturalista (amateur y avanzado). Una simple lupa de mano de pocos aumentos (aunque una lupa binocular mejor mola más) servirá para descubrir los pequeños seres que, ajenos a todo lo que ocurre en la civilización humana, se desarrollan, se reproducen, viven sus vidas y mueren, repitiéndose este ciclo una y otra vez. Ya iré contando cómo se desarrolla este pequeño ecosistema que es el acuario que he montado y las alegrías que va dando.
Daphnia sp, planorbis, Melanopsis devorando la hoja de chopo, Ceratophyllum y másMelanopsis.

jueves, 8 de agosto de 2013

Juan y la retama del Sur

El camaleón común, compañero de campeo de mi amigo Juan.
    Agazapado junto a un lentisco en una playa del Sur Ibérico, un joven muchacho mira algo con detenimiento. Es un día soleado, y los charrancitos sobrevuelan la zona. En sus manos, Juan aprieta lentamente el botón de su cámara, enfocando las escamas de un reptil que podría sonar "tropical" al profano. Mi amigo Juan, gaditano de pura cepa, es un naturalista en potencia que descubrió las delicias de observar pequeños animales siendo bien pequeño.
    Hoy quisiera hablar a los lectores de mi blog sobre un buen amigo que, aun habiendo más de 400 km entre nosotros, ha conseguido mantener viva la llama de la amistad durante más de cuatro años; una amistad forjada a base de intercambios de experiencias en el campo, de obsequios naturales en paquetes enviados inesperadamente y de pasión por un mismo tema: la Naturaleza.
    En el momento en que cayó en sus manos una buena cámara fotográfica, no hubo bicho viviente que pasase ante sus ojos que estuviera a salvo de ser disparado, en el buen sentido, y de ser retratado como mejor puede hacerlo un andaluz enamorado de las playas, de Grazalema, de Cazorla y Segura, y de las aves. Porque lo que más ama Juan son las aves. Y su cámara, permanente compañera de andanzas por el campo, le ayuda a congelar instantes como este, donde a una joven golondrina común (Hirundo rustica) se le cruza un avión común (Delichon urbicum).
    Entre marismas y montañas se mueve Juan, y donde una retama (Retama monosperma) veas florecer, ¡cuidado! puede que esté él detrás, en busca de los inquilinos de este fanerófito tan característico de las dunas de Cádiz. La retama es la planta favorita del amigo Juan, y así lo proclama a los cuatro vientos en cada ocasión que puede.
Hábitat de Juan. Muy parecido al mío, sólo que en su horizonte siempre se encuentra
el Gran Atlántico mediterraneizado.
    Las largas conversaciones sobre la biodiversidad ibérica, el intercambio de información sobre dos espacios geográficos parecidos en determinadas cosas pero no iguales (La Mancha y el gran Suroeste Andaluz --qué épico suena todo), y sobre todo (todo hay que decirlo), los chistes, generan un ambiente de alegría interminable.
Para mí, esta es una de las mejores fotos de Juan.
 Un buitre, tras una lluvia otoñal, extiende las alas en la aromática Grazalema.
    Y entonces, ya lo que faltaba, Juan se unió a la comunidad de blogueros ibéricos naturalistas. La necesidad que tenemos los que nos fascinamos tanto por la majestuosidad de un buitre negro en vuelo como por la frágil belleza de una crisopa, de compartir nuestras experiencias camperas hace que ocurran este tipo de cosas. Así nació La Retama del Sur, un modesto blog en constante renovación con provechoso porvenir, creado por este estudiante de 17 años que ansía evadirse del bullicio innecesario de la ciudad observando el mundo tal y como es.
    Además, recientemente ha viajado a uno de mis lugares favoritos del mundo mundial, el conjunto prebético de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, al laíco de mi tierra, y el pobre, como es normal, ha salido trastocado, y así lo relata en su último post.
    Así es Juan, un gran amigo que no duda en contarte un chiste para sacarte una sonrisa, un chiste de los de "¡Mamá, mamá! ¡En el colehio me llaman 'cabezón'! -¿Y tú por qué no les pegas, hijo? -¡Porque se meten por los callehone!". No dudéis en visitar su blog si queréis deleitaros con las experiencias camperas de un chaval (¡eh! ¡que es sólo tres añicos más joven que yo!) que disfruta como un crío de cualquier momento, por mínimo que sea, que pueda pasar en contacto con la Naturaleza.