martes, 8 de agosto de 2017

Avispones asiáticos en O Porriño y la gran duna de Corrubedo

    Alfonso me llevó el tercer día, el 27 de julio, a las Gándaras de Budiño, en O Porriño. Atravesamos un pequeño camino flanqueado por altas matas de hinojo en plena floración que atraían himenópteros y chinches rayadas (Graphosoma sp.). Entre los himenópteros, había decenas de avispas asiáticas (Vespa velutina). Llegando a la zona del humedal, que aparentemente estaba sin agua, veíamos ortópteros y otros pequeños animales. Los intervalos nubosos cubrían el cielo de vez en cuando, pero el sol calentaba con fuerza nuestras pieles.
Avispa asiática (Vespa velutina).
    Había oido que la avispa asiática es una especie agresiva. Lo cierto es que nosotros nos acercamos mucho a ellas y no parecían inmutarse, así que comprendí que son agresivas con otros insectos. Avispas asiáticas de varios tamaños libaban las umbelas de los hinojos con parsimonia de aquí para allá.
Oruga de macaón (Papilio machaon).
Bosquecillo en O Porriño.
    También pudimos ver un saltamontes que hacía tiempo que quería ver, aunque en realidad desconocía su nombre, Ruspolia nitidula, identificado amablemente por mi amigo Miguel Domenech. Es una especie relativamente común en el sur de Europa. Le gustan los pastizales algo húmedos con hierbas altas, zarzales, bosques... El ejemplar que vimos era una hembra y esto lo supe por su largo oviscapto.
Ruspolia nitidula.
Ruspolia nitidula.
    Varias horas después, nos encontrábamos en otro lugar bien distinto: el Parque Natural de las Dunas de Corrubedo, en la provincia de La Coruña. La bruma entraba desde la costa, cubriendo la duna móvil, y no se veía el horizonte con claridad. En lo que se refiere a fauna o flora, tampoco se veía u oía mucho, aparte de algunas especies botánicas típicas de los arenales costeros de Europa: Pancratium maritimum, la azucena de mar, estaba en plena floración, igual que en Alicante una semana antes. También había indicios de la parásita Cuscuta epithymum, ya seca. Dispersos, crecían laureles y sauces o salgueiros, siemprevivas y cannabinas (Eupatorium cannabinum).
Pulicaria dysenterica.
Puede apreciarse en el horizonte la famosa duna móvil.
Vegetación tras la duna.
Carraspique atlántico (Iberis procumbens subsp. procumbens), endemismo iberoatlántico.
    En este lugar, está prohibido caminar más allá del camino de maderos, cosa que entiendo y defiendo, para evitar molestias ambientales. Una vez se llega al final del mismo, donde encontramos un pequeño punto informativo, hay que dar la vuelta. Alfonso y yo continuamos por otro sendero, esta vez, internándonos en un bosquete en el que crecían pinos, laureles, robles... Se oía algún petirrojo de vez en cuando, así como pardillos, pero en general, el silencio imperaba. Poco a poco, fuimos dejando atrás los árboles, para encontrarnos en medio de una llanura arenosa cubierta de juncos, gramíneas de diversas especies, azucenas de mar y torviscos. Se veía alguna tarabilla europea, pero como digo, la escasez de fauna nos permitía caminar a paso rápido, hasta llegar a una pequeña playa redondeada por las tranquilas aguas limpias. A unos pocos metros de la misma orilla del mar, crecían lechetreznas de las dunas (Euphorbia paralias), cardos marinos (Eryngium maritimum), campanillas dunares (Calystegia soldanella) y la humilde oruga de mar (Cakile maritima).
Inflorescencia en ciatio de Euphorbia paralias.
Calystegia soldanella.
El agua estaba tan tranquila que uno podía acercarse al borde mismo sin mojarse por el ligero oleaje.
En el agua nadaban pequeños peces en bancos y en la arena se acumulaban ramitas y conchas.
Poco a poco, la bruma fue disipándose.
La isla del fondo parecía mayor cuando la bruma no se había disipado.
Unos minutos después, vimos que no era tan grande.
Más allá del agua, había otra playa de arena donde dormitaban decenas de gaviotas.
El que os escribe, en Corrubedo, en la playa mágica.
     Finalmente, dimos la vuelta y dejamos atrás la "playa de ensueño", siguiendo un grupo de pardillos y tarabillas que volaban de aquí para allá. En estos arenales vimos también algunas matas de espino albar (Crataegus monogyna), el único sitio donde lo vi en mi viaje a Galicia, lo cual me sorprendió mucho, pues pensaba que sería una especie mucho más común en esta región. Nos dimos prisa en volver, ya que necesitábamos estar bien descansados para la aventura del día siguiente: visitaríamos las islas Cíes, del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. No sabíamos lo que nos esperaba allí...
Pino resinero (Pinus pinaster).

1 comentario:

  1. ¡Y tanto que os acercastéis a este avispón venido de allende los mares! Con todo lo que da de hablar, ya fuisteis valientes, ya.
    Me ha hecho mucha ilusión la oruga de macaón. Hace muchos años vi una y se me quedó grabada su colorida figura a la par que la alegría de su descubrimiento.

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